Por vinificación se entiende como el conjunto de tareas o acciones destinadas a transformar la uva en vino. Este proceso tiene como factor determinante la fermentación, ya que sin esta no se produciría vino.
La figura clave en el proceso de vinificación es el enólogo, que es el que debe precisar el momento óptimo de vendimia entre otras cosas para que cuando una botella de vino llegue a nuestra mesa la podamos disfrutar con todo su sabor y aroma.
Cada uno de los pasos del proceso se lleva a cabo con mucho esmero y sumo cuidado.
Cuando la uva llega a la bodega lo primero que suele hacerse es despalillar (separar las uvas del racimo) los racimos y estrujar (aplastar la uva para liberar el zumo de la pulpa) aunque en algunas bodegas dependiendo del resultado que se persiga el estrujado se puede hacer antes del despalillado.
El estrujado es un proceso delicado, debe hacerse con cuidado para extraer el moto rompiendo los hollejos (cáscara de la uva) sin triturar ni aplastar las pepitas, esto antiguamente se hacía de forma manual y se lo conocía como la pisa, donde literalmente se pisaba la uva con los pies descalzos.
Una vez extraído el mosto, se realiza el desfangado, que consiste en limpiar el mosto antes de la fermentación de restos de sólidos como hollejos, pepitas, raspones.
El siguiente paso es depositar el mosto en cubas para que fermente, este proceso es conocido como encubado. Se pueden utilizar tres tipos de material, madera, cemento y acero inoxidable, este último permiten controlar la temperatura de fermentación.
Terminada la fermentación, pasamos el descube cuyo objetivo es separar el vino de los residuos sólidos que hayan quedado, para pasar finalmente al trasiego, trasvasar el vino de un depósito a otro decantándolo.
Bodega Comarcal Valle de Güímar.