Parece que con el calor apetece más beber vino blanco o rosado. No es algo general pero son muchos los que se decantan por ellos o al menos así lo confirman. El vino blanco o rosado han dejado de ser exclusivamente estacionales, pero lo que si es cierto que con la subida de temperatura, estos vinos suelen ser los más demandados. ¿Quieres saber por qué?
Suben las temperaturas y son pocos los que se resisten a tomarse un vino blanco fresquito en una terraza. Cuando suben las temperaturas el cuerpo nos pide bebidas frescas y este es el principal motivo por el que pedimos un vino blanco o rosado. Estos vinos se sirven a una temperatura más baja, entre los 7 y 10 grados los blancos y entre 8 y 12 los rosados, frente a los 16 o 18 grados que pueden alcanzar un vino tinto.
La sensación de frescor de estos vinos es mayor que la que producen los vinos tintos.
La diferencia es más que evidente y cuando intentamos combatir el calor, nuestra mente nos pide un vino que se sirva frío. En algunos bares y restaurantes sirven estos vinos en copas congeladas, y esto hace que el vino pierda sus propiedades. Nunca se debe hacer.
A pesar de que al tomar un vino frío la sensación de calor se va a aliviar, solo será de forma momentánea. Al ingerir bebidas frías la temperatura del cuerpo baja de forma rápida y éste va a activar el metabolismo para recuperar la temperatura constante que debe tener, esto explica porque muchas veces a pesar de beber bebidas frías al cabo de un rato la sudoración y la sensación de sed pueda ser mayor en algunos casos. Para evitarlo, lo ideal para combatir el calor es tomarlo a temperatura ambiente.